La primera ruptura

Casi siempre hay una ruptura, que yo asimilo al borde del precipicio. Es casi la última oportunidad que se te da para escapar, es el último toque de atención de que las cosas no van bien. El problema está en que se suele desaprovechar, y en vez de servir para reflexionar, para meditar y para tomar una decisión, sirve para crear más ansiedad y dependencia, al tiempo que es un golpe para la autoestima, venga de quien venga la ruptura.

En mi caso, la primera ruptura fue decisión mía. Habíamos pasado una noche bastante mala, ya que en la discoteca él se había dedicado a perseguir a todas las chicas que veía mientras yo me quedaba con sus amigos, rabiando como una idiota. Cuando llegamos a casa, tuvimos una sesión de sexo bastante decepcionante para mí, ya que él había bebido bastante y no se lució demasiado. Por supuesto, acto seguido me dio la espalda y se dispuso a dormir, y entonces yo le dije que ya no quería seguir siendo su pareja, pero que podíamos vernos de vez en cuando si él lo único que quería era cama.

Él no pareció demasiado afectado y me dijo que por él de acuerdo, pero que no quería que me acostase con nadie más, porque entonces no le volvería a ver. "Pero si no somos pareja, yo puedo estar con quien me dé la gana y tú también", le respondí yo, pero él se puso inflexible. Me pareció algo tan machista y tan egoista que le dije que entonces mejor no volvíamos a vernos. Me vestí y me largué.

Ya mientras bajaba las escaleras iba medio arrepintiéndome de mi decisión y esperando a que él me llamara en cualquier momento, pidiéndome que volviera. Llegué a la calle y no había noticias de él, así que me preparé para pasar el día siguiente con mis amigas, contándoles lo ocurrido y llorando un rato. Pero al girar la esquina, topé con su hermano y su novia, que me preguntaron dónde iba. Les dije lo que había pasado y me convencieron (sin demasiada dificultad) para que subiera y hablase con él, diciéndome que las cosas había que hablarlas, bla, bla, bla.

Cuando entré de nuevo en el piso, fui al dormitorio y le encontré durmiendo, sin un ápice de preocupación por mi marcha. Ése fue el momento clave en el que tendría que haberme dado cuenta de que yo no le importaba lo más mínimo... Me metí de nuevo en la cama y se despertó, no demasiado sorprendido de verme allí. Sin decirme nada, me abrazó y me besó, y yo simplemente me rendí, creyendo como siempre que me quería y que el orgullo le había hecho no llamarme. En esa época yo era muy buena contándome historias a mí misma...

Cuando tú decides romper la relación o te lo planteas, es porque algo no va bien y hay que examinarlo. En aquel momento, yo no había recibido ningún golpe todavía, pero era obvio que yo no le interesaba más allá que como una posesión siempre dispuesta a cumplir sus deseos, poco menos que una esclava o una sirvienta. Sin embargo, yo preferí mantener la venda sobre mis ojos e intentar convencerme de que sí me quería y disculparle de todas las formas posibles.

Y otro gran error que cometí fue no contarle a mis amigas lo que había sucedido esa noche. Quizá ellas me hubiera hecho ver las cosas de otra manera... o no, quién sabe. Pero ahora ya es tarde para planteárselo. En cualquier caso, vuelvo a repetir: cuéntalo todo, a quien sea, pero busca siempre otros puntos de vista, porque te pueden salvar incluso la vida.

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He creado este espacio para poder compartir las experiencias que tuve hace años, todas aquellas situaciones que viví, no sólo para que me sirvan de exorcismo, sino para que quien lo lea, intente comprender qué es lo que se vive cuando estás inmerso en una situación de maltrato.

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